Una
compañía británica creó un sistema que aprovecha el impacto de las
pisadas para desarrollar electricidad limpia y sustentable.
La tecnología abordó el campo energético para salvar
al mundo. Desde la bienvenida a las innovaciones de avanzada, el planeta
respira otro aire. Es una vía de escape, una fuente de esperanza, la
ciencia volcada al servicio de las nuevas generaciones reconstruye una
mirada optimista del porvenir. Es lo que representa sin quererlo
manifestar la invención de la empresa Pavegen. Sus baldosas inteligentes que generan energía con la simple pisada humana invita al entusiasmo.
Un concepto revolucionario que cambiaría de base la generación de electricidad mediante fuentes renovables.
Una forma limpia de transformar la densidad de población, el tráfico,
las actividades más comunes del mundo en energía sustentable. Baldosas de 45 x 60 centímetros que se aprovechan de las pisadas de las personas, ubicadas logísticamente en las zonas en las que se concentra mucha gente, estaciones
de tren, de subte, terminales de micro, aeropuertos, colegios,
boliches, estadios, canchas de fútbol, centros comerciales. El
espectro de abordaje es tan amplio como lo es la ambición por capturar,
almacenar y redistribuir la fuerza de cada paso humano en electricidad
ecológica.
La idea fue patentada y registrada bajo la firma Pavegen por el ingeniero industrial Laurence Kemball-Cook,
quien se iluminó mientras observaba la vorágine en una estación de
trenes en Londres. Interpretó que debía haber alguna posibilidad de que
los movimientos de esa masa humana puedan ser reutilizarse, renovados.
Meses después patentó la baldosa que genera electricidad al ser pisada.
Ante la ejecución del peso y el paso, las Pavegen se hunden cinco milímetros en el suelo generando ocho vatios de energía por cada pisada.
El dispositivo que adrede se vence ante cada la pisada es imperceptible
al peatón. El mecanismo conversor de energía emplea el 5% para iluminar
el logo LED de las propias baldosas y el 95% restante queda disponible
para ser utilizado en la red eléctrica o almacenado para uso posterior. Las previsiones actuales de la compañía es orientar el sistema a la alimentación directa de la red de suministro local.
Y también prevén aprovechar el total de la producción de cada baldosa
en modelos comerciales, que omitan la luz sintomática al paso en procura
de la reducción de costos y la absorción de toda la energía generada.
Estas
creaciones están diseñadas para reducir a niveles ínfimos la huella de
carbono. Fabricadas a base de materiales piezoeléctricos, su
revestimiento superior está fabricada 100% por materiales reciclados. El 80% de los polímeros utilizados en el resto de los componentes también puede ser reciclado. Las baldosas son totalmente impermeables y combaten eficientemente contra la intemperie.
Los modelos de prueba tienen una duración estimada en cinco años, pero
el deseo inicial es que tengan un uso de mínimamente 20 años.
La
historia de estas "baldosas verdes" tiene su primer capítulo en 2009,
cuando el ingeniero participó con su proyecto en una muestra de
tecnología. Su invención atrapó tamaña atención que lo alentó a crear su
propia empresa. La inversión inicial, de USD 800 mil, fue
facilitada por su familia, por amigos y por el banco de inversión
Renaissance Capital Partners. Desde entonces, la compañía ha obtenido
financiación adicional de London Business Angels.
Desde su lanzamiento hasta hoy, inmensos ha sido el éxito que Pavegen cosechó a cada paso, propio y ajeno. Su última prueba consistió en resembrar con 96 baldosas el pasto sintético de una cancha de fútbol en Lagos, Nigeria,
que sirvan para dar luz por la noche. En Brasil, también patrocinado y
financiado por Shell, Pavegen instaló 200 unidades para construir una canchita en el medio de una favela en el marco del Mundial de Fútbol 2014. La primera experiencia satisfactoria de repercusión mundial se emplazó en la estación de subte de West Ham, una de las principales caminos de Londres en los Juegos Olímpicos de 2012.
Una maratón parisina sirvió también para tomar conciencia de la necesidad y urgencia de las energías renovables. Las escuelas fueron
campos de prueba de las baldosas sustentables: la Riverdale Schooll de
Nueva York, la Kent Grammar School en el condado de Kent al sureste de
Londres, la Rednock School ubicado en Gloucestershire, al oeste de
Inglaterra, entre otras.
Las
baldosas inteligentes son una evidencia más de cómo la tecnología puede
subsanar los castigos humanos al medioambiente. Su creación, su
producción y su posterior puesta en práctica denuncia el valor de
repensar los estilos de vida. Pensando siempre en la sustentabilidad, en
la conservación de los recursos, en la posteridad, la fuerza que nace
del paso del tiempo y de las personas puede generar energía renovable y
ecológica. "En unos años seremos capaces de iluminar las calles a
nuestro paso, o lograr que un estadio de fútbol sea autosuficiente, o
comprobar la salida de nuestro tren en un tablero electrónico alimentado
por nuestras propias pisadas", es el sueño de Laurence Kemball-Cook, fundador de Pavegen Systems.
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